"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Mujer
Pilar Ramiro, miembro de la Comisión de la Mujer del CERMI y Presidenta de COAMIFICOA
“En nuestro país hay violencia que no se hace visible porque está asumida”
07/09/2012
Blanca Abella
Sus primeros movimientos en defensa de los derechos de las personas en neustro país se suceden durante los primeros pasos de la democracia, cuando Pilar Ramiro era una joven reivindicativa. Luchaba, sobre todo, por los derechos de la mujer. Después, tras conocer a otras personas con discapacidad inició lo que ha sido su recorrido vital: la defensa de los derechos de todas las personas con discapacidad, aunque especialmente de las mujeres. Pasados unos años, sigue luchando, y ahora le preocupa profundamente la violencia contra la mujer con discapacidad, todo tipo de violencia alrededor de estas mujeres.
¿Cómo se encontraba el movimiento asociativo cuando llegó a él?
Había muy poca gente involucrada en la lucha por los derechos de las personas con discapacidad y mucha gente por los derechos generales. Y en aquel momento decidí que tenía que dedicarme a los derechos particulares de las personas con discapacidad. También eran pocos los que hacían pública su discapacidad, y mucho menos un llamamiento al resto de la sociedad. Nuestro primer slogan era “Nosotros también somos ciudadanos”, en el año 76. Eso poca gente lo entendía entonces, ni entre las personas con discapacidad ni en el resto.
Sin embargo, el cambio vino para todo el mundo, la democracia llegó para todos y eso fue permitiendo que pusiéramos en marcha las organizaciones y participáramos en esa democracia. Entonces creamos CEMFE. Han pasado 35 años y ha habido importantes cambios en los que he ido participando, en la medida de mis capacidades.
"Si no tienes independencia económica, no tienes otras independencias"
¿Cuáles fueron las primeras batallas en las que quiso combatir?
La primera vez que solicitaron mi colaboración fue en la reclamación de trabajo para las personas con discapacidad, algo que era una incongruencia porque en esa época, personas que no salían a la calle y no tenían formación, no pueden pedir trabajo.
Lo que pensábamos entonces, y ahora, las personas con discapacidad que nos movíamos y éramos activos, es que si no tienes independencia económica no tienes otras independencias.
Entonces, ¿también era difícil pensar en la defensa de la mujer con discapacidad?
Ni se planteaba. En la Universidad me uní a la lucha de las feministas por la liberalización de los anticonceptivos, que fue la época que me tocó. Tenía un sentimiento feminista, sobre todo de las grandes diferencias, el análisis que yo hacía entonces, seguramente simplista, era que el hecho de tener hijos dejaba a la mujer en casa e indefensa. Indefensa para todas las otras cosas que quisiera hacer. Lo mismo que estábamos aislados las personas con discapacidad, básicamente por la falta de formación, el aislamiento de las mujeres provenía precisamente de su papel de madres, aisladas con una única función en la vida. Siempre he tenido ese sentimiento dentro del movimiento de la discapacidad también, porque hay enormes diferencias entre los hombres y las mujeres con discapacidad.
¿Cuándo empezó de forma definitiva la lucha por los derechos de la mujer con discapacidad?
En el año 2000, Rafael de Lorenzo me propuso asistir en Nueva York a ‘Beijing + 5’, (conferencia de la ONU sobre mujer, que realiza un seguimiento cada cinco años) y Europa estaba invitada, pero el movimiento asociativo europeo entonces no estaba organizado para defender y tratar temas de mujer, y decidieron no ir.
Entonces Rafa pretendía que fuera una persona del CERMI, que también estaba en sus inicios y no tenía un feminismo declarado. Habló conmigo y como soy muy echada para adelante, acepté. Mi misión allí era hacer relaciones públicas. Crecí muchísimo y decidí que realmente hacía falta trabajar en España el tema de la mujer con discapacidad y además, el CERMI y Rafa lo entendieron así, y fui la primera presidenta de la Comisión de la Mujer del CERMI.
Lo que hicimos en Nueva York fue apenas nada, pero se nos vio, creó escuela y otros países empezaron a buscar mujeres con discapacidad. Se empezó a pensar que las mujeres tenían que estar en todos los sitios. Creó una inquietud que hasta entonces no había habido y eso significó que fuera posible que aquí en España se empezara a tratar el tema de la mujer con discapacidad.
"Hoy estamos en las agendas políticas y no se entiende trabajar la discapacidad sin el tema de género"
¿Cuál ha sido la evolución de esta comisión de la Mujer del CERMI?
Al principio éramos un grupo muy pequeño, seis mujeres, y a los cuatro años entró Ana Peláez. Se hizo cargo del grupo y le dio un impulso muy importante. Los impulsos y éxitos de Ana Peláez han sido un gran avance para Europa en este campo.
En doce años que tiene la Comisión ha dado saltos importantísimos. Hoy estamos en las agendas políticas y no se entiende trabajar la discapacidad sin el tema de género, en cualquier ámbito, ya sea la salud, el empleo, lo que sea.
"Los hombres también están para defender nuestros derechos"
Esa lucha no debe ser aislada, es importante contar con los hombres, ¿no es así?
En la Comisión de la Mujer del CERMI hemos analizado mucho la posibilidad de impulsar asociaciones de mujeres con discapacidad, y hemos llegado a la conclusión de que eso sólo sirve para debilitar al movimiento y crear nuevas actitudes. Nosotros, al contrario que las feministas radicales, lo que pretendemos es un lugar igualitario en la sociedad, no un lugar privilegiado y de mujeres, por lo tanto, tenemos que estar en las organizaciones de hombres y mujeres. Eso sí, tenemos que seguir trabajando para que nuestras organizaciones sean igualitarias, exista la democracia paritaria, los órganos de gobierno estén participados porcentualmente igual por mujeres… y otra cosa que tenemos claro es que ahora en las organizaciones ellos son los presidentes y tesoreros y nosotras las secretarias. Eso hay que cambiarlo, pero no quiere decir que tengamos que crear estructuras paralelas. Los hombres también están para defender nuestros derechos.
¿En qué tareas trabaja ahora la Comisión de Mujer del CERMI?
Ahora mismo trabajamos con la visibilización, aunque creo que eso ya se ha conseguido, y estamos consolidando un concepto de feminismo adaptado a las necesidades de todas las mujeres. Queremos que todas las mujeres entiendan que tenemos las mismas necesidades y que además la diversidad, ese valor que defiende el CERMI, tiene que ser aceptada por el resto de las mujeres, porque no pueden ir dejando por el camino colectivos abandonados. Las mujeres somos todas mujeres, en primer lugar, luego tenemos otras cualidades o necesidades, pero en primer lugar somos mujeres.
"El día a día de las necesidades de las mujeres no se resuelve, seguimos con las mismas carencias, aunque ya se nos tiene en cuenta"
Nuestro país ha avanzado considerablemente en temas de discapacidad, ¿y en el de mujer?
Legislativamente somos pioneros, además de estar en buen lugar. El Gobierno español fue el primero que intentó en Europa que el artículo de mujer estuviera en la Convención. Naturalmente todo es criticable y no ha sido lo que nosotros esperábamos, porque se han hecho planes de acción y como tenemos por costumbre, no se han llevado a efecto, incluso con presupuestos importantes, pero que no se han sabido gestionar… Luego hay una gran descoordinación entre los planes del Estado y los planes de las comunidades autónomas. A las comunidades autónomas les está costando más porque también, organizativamente, las mujeres con discapacidad están más atrasadas en las comunidades. Al fin y al cabo el CERMI es una organización de vanguardia, pero las mismas diferencias que existen organizativamente entre el CERMI Estatal y los autonómicos, existen en las comisiones de mujer. En los CERMIS autonómicos ni siquiera están compuestas esas comisiones.
El día a día de las necesidades de las mujeres no se resuelve, seguimos con las mismas carencias, aunque ya se nos tiene en cuenta, nos queda mucho por hacer.
"Las mujeres se han preparado ahora para el trabajo igual o mejor que los hombres, sin embargo eso no se refleja en el tipo de trabajo"
¿Cuál es la principal deuda pendiente con la mujer con discapacidad?
Sigo con mi idea de toda la vida. En el empleo seguimos muy, muy atrasados. La inactividad es todavía un gran problema, porque entre mujeres y hombres hay una diferencia de 30 puntos. Las mujeres se han preparado ahora para el trabajo igual o mejor que los hombres, sin embargo eso no se refleja en el tipo de trabajo. Para mí el empleo sigue siendo lo primero, y estamos todavía en ese estadio, demostrar que no trabajamos, que somos inactivas, y que eso hay que romperlo.
Los motivos, para mí, vienen derivados de lo que son nuestros derechos sexuales y reproductivos, que es otra de las batallas que tenemos en la comisión, y es que realmente no se nos ha reconocido hasta ahora el papel de mujer en cuanto a la estética, la mitología, ni siquiera; estábamos consideradas un poco el tercer sexo o ángeles sin sexo. No se introducía un análisis en las necesidades que pudiéramos tener.
La violencia, ¿es otro de esos temas pendientes que no termina de ser atendido?
Las mujeres con discapacidad sufren aislamiento, falta de recursos económicos para poder hacer frente al maltrato, y excesivo maltrato. No existen datos sobre este tema, porque no se han hecho, pero todas las indagaciones que se hacen, asustan. Y nos lleva a una conclusión también importante, que la ley de protección del maltrato que hay en España deja muchas lagunas que no cubren a las mujeres con discapacidad. Ahí hay que trabajar mucho, no sólo por la mayor indefensión de estas mujeres, sobre todo aquellas con gran discapacidad, sino también porque la ley contra la violencia de género protege del maltrato de la pareja en el hogar, y nosotros tenemos un perfil diferente, porque al no abandonar, mayoritariamente, el hogar familiar, en el que hemos nacido, el maltratador no es siempre nuestra pareja, aunque tiene el mismo perfil, es quien manda en ese hogar, quien trabaja, incluso puede ser una mujer, que es titular de los derechos familiares.
Y se trata de una violencia ejercida por el hecho de ser mujer, no es una violencia contra alguien indefenso, niño o anciano, por ejemplo. Me refiero a la violencia contra la mujer por el hecho de ser mujer, por depender de alguien que no considera que la mujer puede salir a trabajar, vestirse, pintarse… ese tipo de violencia del dominante no tiene que ser siempre la de la pareja, puede ser otra figura, y eso no se contempla.
La violencia en España nunca se ha querido ver. Hay violencia que no se visibiliza porque está asumida. Naturalmente hablo de una violencia asumida por todos, tanto por la victima como por la sociedad.
"Igual de discriminatorio es que haya un supuesto por el cual, si tienes una discapacidad o anomalía, puedes abortar, como que el plazo se amplíe de 14 a 24 semanas en casos también de discapacidad o anomalías"
En la actualidad, una de las cuestiones que más centran la atención social es la posibilidad de reforma de la ley de interrupción del embarazo ¿Cuál es la postura de la mujer del CERMI en este sentido?
Es un tema que está dentro del trabajo actual de la comisión de mujer. Hay un debate en la calle y se ha manipulado la demanda que hicimos al ministro Gallardón, de tal forma que las feministas se han vuelto contra el CERMI. Hemos tenido poca posibilidad de aclaración.
Nosotros no hablamos de volver a los supuestos, nosotros hablamos de la discriminación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo y la ley de supuestos de despenalización del aborto, de las dos leyes. Porque igual de discriminatorio es que haya un supuesto por el cual, si tienes una discapacidad o anomalía, puedes abortar, es decir se despenaliza el aborto, como que el plazo del aborto se amplíe de 14 a 24 semanas en casos también de discapacidad o anomalías.
Siempre que se legisle en este país debe recordarse que existe una Convención que debe cumplir cada vez que se hace una ley, sea la que sea. En la comisión de la mujer del CERMI esta cuestión está muy analizada y estudiada y es una pena que se malinterprete.